viernes, 28 de octubre de 2011

Pulseras

Hay una luz en tus ojos que me hace pensar que escondes luciérnagas en tu cabeza, para alumbrar esas ideas oscuras que a veces te hacen dudar demasiado.
                Rebusco en tus pupilas, incansable, alguna pista que me indique qué camino he de seguir, pero sólo hay trampas, que piso como un ratón asustado. Y me atrapas, sin yo querer evitar ser rehén. Lo sé, me soltarás. Pero no podré ser libre. Sin tus cadenas, no se moverme.


                                       “And you'll do just what you choose to do”

sábado, 15 de octubre de 2011

Las palabras están en la cabeza, peleándose por no formar parte de una frase que se retrasa, que no quiere nacer, que no quiere salir. Letras que empiezan a bailar, a saltar, arriba y abajo…se esconden detrás de ideas confusas, de ilusiones absurdas, de sueños imposibles. 
El adiós huye del ahora y el siempre se esconde detrás del nunca, escurriéndose las comas, empujando al punto y final. Derecho al pataleo.
Y mientras la lucha sintáctica continúa, la sangre se acelera. Intuyendo que el ahora es sólo un mero trámite, momento previo para el adiós. Que siempre se acordará del calor aunque nunca volverá a vivirlo de la misma manera. Porque es el final. Punto.



“nada es urgente, nadie corre más rápido que yo”

jueves, 13 de octubre de 2011

Valiente

     
J siempre quiso trepar por  aquella verja, subir hasta lo alto y mirar a la ciudad desde la distancia…saltar y dejar atrás.
Hay botellas rotas por el suelo, alfombra improvisada para el valiente.  J toca la valla metálica, la acaricia con miedo y con deseo. Tan fácil. Tan alta.
M suspira, viendo como su amigo se aleja. Esta vez no puede acompañarle. Esta vez no saltará tras él. Esta vez, mirará a otro escapar. Camina en círculos, tarareando una melodía improvisada. Tan fácil. Tan sólo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Absurdo…parte 2



      Y entonces se vio un espejo. Y supo quién era. Y lloró porque durante el viaje no pudo manejar tanto equipaje, porque nunca volvería a ser tan libre como entonces. Y, mientras rozaba ese tiempo con los dedos lo veía alejarse. O quizás, simplemente, por fín lo vió tal y como era. Un paréntesis irreal, al que se había aferrado inutilmente. Realidad inventada. 
 Pero eso ya no importaba. Porque sólo lo sabía ella. Porque las cosas que se callan terminan por desaparecer para los demás. Aunque duela el estómago. Aunque no se arrepienta. Aunque no entienda. Aunque quiera.


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