Se entretiene, mirando al vacío, trenzando un mechón de su pelo. El sol lo hace brillar algunas veces. Las flores, casi secas, siguen en el vaso. Jarrón improvisado a destiempo. Pero todavía queda algo de su olor en el aire que recuerda que, una vez, trajeron la alegría con ellas ayudándonos a imaginar que allí fuera había toda una vida esperando.