domingo, 4 de diciembre de 2011

Chocan contra la pared, rebotan en el suelo, manchándolo todo de sangre, dejando huellas eternas en el suelo que pisaba, descalza.
Miramos debajo de la cama, buscando una caja en la que guardar lo que nos queda, roto, desgarrado pero latiendo. Al fin y al cabo, sin corazón no se puede vivir.